Sonia
Zivkovic
Mi recorrido
Originalmente, soy profesora de Inglés, criada y formada en Buenos Aires, donde durante mis primeros diez años como maestra enseñé en colegios privados bilingües. Aunque ser maestra me apasionaba, crecía dentro de mí una frustración que en ese momento no sabía explicar y me llevó a tomar nuevos rumbos. Fui maestra y directora de Primaria en Shangai, por ejemplo, una experiencia que me hizo refundar mi manera de enseñar y explorar en profundidad qué constituye la tarea docente, y a través del liderazgo, trabajar para que el “cómo” hacemos dé vida a la visión de nuestros proyectos educativos.
Vuelta a la Argentina en 2009, inicié el departamento de educación y desarrollo social de “El Potrero”, una reserva ecológica privada en Gualeguaychú. Ese puesto me puso en contacto con las escuelas rurales de la zona. Aprendí mucho de todo, pero sobre todo que no existe la posibilidad de transformación sin voluntad del maestro.
Volví a enseñar Inglés part-time en colegios de Buenos Aires, y en 2011 descubrí el poder de la tradición de narración oral viendo a un storyteller contando cuentos a 350 adolescentes de un colegio rico de Bogotá.
Observar el potencial pedagógico y de desarrollo humano de esa actividad, me llevó a crear Pana Wakke, con el fin de llevar cuentacuentos profesionales a colegios de todo el mundo. Mientras me dedicaba a eso, fui descubriendo los hallazgos de la psicología positiva, de la neurociencia y encontré ahí información que confirmaba mis intuiciones sobre cómo debía cambiar la propuesta escolar tradicional.
Lo que fui descubriendo es que el diseño escolar puede obstaculizar el desarrollo del individuo en lugar de desatar su potencial. A partir de ahí, mi evolución como educadora está marcada por mi crecimiento personal. Practico y predico que los maestros deberían nutrirse y redirigir una mirada amorosamente crítica hacia sí mismos. Sin autoconsciencia ni reflexión, queda poco resto para ser un buen maestro. El desarrollo personal es la capacitación profesional de quienes educan.
A partir de ese recorrido, me convertí en formadora de maestros y ocasionalmente de padres y líderes escolares, en cuyas manos y corazón está la única revolución educativa posible.



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